B.K.S. Iyengar desde el principio de sus enseñanzas quiso transmitir con facilidad la filosofía y metodología del Yoga de Patanjali. Utilizó la simbología de un árbol para explicar los ocho brazos del yoga (El árbol del Yoga) expuestos
en el Yoga Sutra II. 29. y que deben ser practicados y perfeccionados a
fin de percibir el verdadero yo, el objetivo último del Yoga.
El árbol del yoga está compuesto de
Raíz, Tronco, Ramas, Hojas, Savia, Corteza, Flores y Frutos. Todos están
integrados y forman el árbol, por lo que ninguno puede desarrollarse
por separado:
-
YAMA (raíz): principios universales
Son las reglas de moralidad universales para la sociedad y el individuo que transcienden a toda creencia, país, edad y época.
- Ahimsa: no violencia, amabilidad, compasión por uno mismo y por los demás.
- Satya: amor por la verdad de pensamiento, palabra y comunicación.
- Asteya: no robar, hallarse libre de avaricia, no tomar lo que se sabe que no es nuestro.
- Brahmacarya: control del placer sensual, conservación de la energía.
- Aparigraha: hallarse libre de codicia y de posesión más allá de las propias necesidades, no atesorar, generosidad de espíritu y de acción.
-
NIYAMA (tronco): preceptos individuales
Son las normas de conducta a nivel de disciplina individual.
- Sauca: pureza, limpieza, cuidado del propio cuerpo y de lo que le rodea.
- Samtosa: contentamiento, satisfacción y voluntad de aceptación, lo que conduce a la gratitud.
- Tapas: austeridad, ardor en las propias aspiraciones, disciplina.
- Svadhyaya: estudio de sí mismo, estudio de textos.
- Isvarapranidhana: entrega de uno mismo, renuncia a los frutos de nuestras acciones, sumisión a lo Absoluto.
Los principios de Niyama controlan los
órganos de percepción: ojos, oídos, nariz, lengua y piel. Yama y Niyama
controlan las pasiones y emociones, manteniendo al practicante en
armonía con las personas de su entorno.
-
ASANAS (ramas): posturas de yoga
Las asanas producen firmeza y ligereza
de los miembros de acción, proporcionando salud y un mayor equilibrio
entre cuerpo, mente y espíritu, armonizando las funciones físicas y
fisiológicas del cuerpo y evitando la inconstancia de la mente. El
practicante conquista el cuerpo mediante la práctica de asanas y hace de
él un vehículo adecuado para el espíritu.
-
PRANAYAMA (hojas): control de la respiración
Las hojas suministran el aire necesario
para crear la energía que todo el árbol necesita. Mediante el control y
regulación de la respiración, el yogui desarrolla una mente estable, una
sólida fuerza de voluntad y un juicio firme, convirtiendo a la mente en
un instrumento adecuado para la meditación.
-
PRATYAHARA (corteza): control de los sentidos
Las ramas y tronco del árbol se hayan
cubiertos por una corteza, sin esta protección el árbol no podría
desarrollarse. Pratyahara es el control y viaje de los sentidos hacia
dentro, es el repliegue y emancipación de la mente del dominio de los
sentidos y de los objetos externos.
-
DHARANA (savia): concentración
La savia es el jugo que transporta la
energía en su viaje hacia el interior conectando desde la última punta
de las hojas a los extremos de la raíz, manteniendo firme el cuerpo y el
intelecto. Dharana es la concentración en un solo punto y sin esfuerzo.
-
DHYANA (flores): meditación
Si el árbol está sano y el suministro de
energía es excelente, brotan de él las flores. Cuando la concentración
se prolonga durante un largo periodo se convierte en Dhyana, meditación,
y la persona pierde el sentido del paso del tiempo. Es la experiencia
de la unidad del ser desde la periferia hasta el centro, donde el
observador y lo observado son uno.
-
SAMADHI (frutos): iluminación
Por último, la flor se transforma en
fruto, y al igual que la esencia del árbol se haya completa en el fruto,
la esencia de la práctica del yoga está en Samadhi, cuando se posee
control completo sobre las funciones de la conciencia. El cuerpo, la
mente y el alma se unen y se funden con el Espíritu Universal.
El estudio y práctica de los ocho brazos
del yoga conducen a la purificación del cuerpo, de la mente y del
intelecto, manteniendo viva la llama del conocimiento y despertando la
felicidad.
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